Opinión
Nueva Constitución: Una oportunidad para las regiones
Por Ximena Órdenes Neira, Senadora por Aysén
El próximo domingo 25 de octubre, sin duda quedará marcado en la historia de nuestro país como el día en que la ciudadanía decidirá soberanamente si está de acuerdo en iniciar un proceso constituyente que permita cambiar la Constitución que nos rige actualmente como Estado, como también definir el tipo de mecanismo por el cual se realice este proceso.
Este hito histórico será posible gracias a las movilizaciones sociales iniciadas en octubre del año pasado, que dieron cuenta de una de las crisis sociales más acentuadas que ha experimentado Chile en su historia, y sin duda la más compleja desde el retorno a la democracia. Si uno quisiera explicar las razones del estallido social de octubre del año pasado, el telón de fondo a utilizar debería ser uno que permitiera incorporar los diversos rostros de la desigualdad que se expresan de distintas maneras en nuestra sociedad.
Es así como la desigualdad territorial tiene rostro de región. El excesivo centralismo, a todo nivel, ha contribuido significativamente a profundizar esta desigualdad territorial que experimenta nuestro país, y particularmente nuestras regiones. No habrá solución a la profunda crisis de desigualdad y trato en el país, si no hay solución también a las comunas y regiones, pues la desigualdad territorial agrava y agudiza las desigualdades sociales.
El proceso descentralizador ha sido un tema de preocupación en Chile a lo largo de la historia. Sin embargo, e ha caracterizado por una cultura predominantemente centralista, que muchas veces se ha presentado como un gran escollo para avanzar en el desarrollo de las regiones. Chile es uno de los países más centralizados de la OCDE, lo que ha dificultado que las políticas públicas se puedan adaptar a las necesidades y problemáticas de las propias regiones.
La agenda descentralizadora ha tenido como objetivo entregar mayores grados de poder a los distintos territorios del país. Los avances han estado enfocados en mayor descentralización política, a través de las elecciones de sus autoridades regionales y locales, transferencias de competencias y atribuciones de los gobiernos locales y regionales, implementación de planes de desarrollo e inversiones especiales, fortalecimiento del capital humano, y mayor respaldo a las zonas extremas del país. Pero, a pesar de lo avanzado, el proceso de descentralización ha sido insuficiente.
De esta forma el proceso constituyente y una nueva Constitución para Chile abrirán una gran oportunidad para las regiones. Repensar la forma de administración de Estado con sus regiones debiese constituirse en uno de los ejes centrales de esta discusión ciudadana. Cómo avanzamos en transferir mayor poder a los territorios, cómo pasamos de una región administradora de políticas públicas nacionales a un real gobierno regional con mayor autonomía, que represente de mejor manera la visión de las propias regiones y sus habitantes.
Una nueva Constitución para Chile debe ser construida desde una dimensión territorial, sólo así podremos avanzar en disminuir las desigualdades de nuestro país, especialmente el rostro de la desigualdad territorial, las regiones.
Fuente: http://www.eldivisadero.cl/noticia-59859