Opinión
Región de Valparaíso y descentralización
Por Juan Pablo Rodríguez
Director Ejecutivo, Fundación P!ensa
Es natural que quienes creemos que la persona humana es superior al Estado y que éste está al servicio de aquella miremos con buenos ojos el inédito proceso de descentralización que vive el país. Esto porque cuando el poder está repartido entre más personas se minimiza el riesgo de un control totalizante y se promueve el que las decisiones sean tomadas “de abajo hacia arriba”, en primer termino por la persona, la familia y la comunidad.
Me detendré en tres aspectos que considero relevantes para que este proceso sea exitoso en nuestro país, y en particular en nuestra Región de Valparaíso.
En primer lugar, la etapa inicial del proceso debe finalizar y esto debe hacerlo el gobierno a través de la presentación y promulgación de una ley de rentas regionales. Habiéndose aprobado tanto la elección de gobernadores regionales para 2020 (descentralización política) como el mecanismo que permite traspasar competencias desde el nivel central al regional (descentralización administrativa) lo que resta es que el gobierno regule la descentralización fiscal, teniendo especial cuidado en que ésta sea responsable generando mecanismos de resguardo al equilibrio de las cuentas fiscales. No podemos permitir un nuevo ejercicio de gatopardismo a costa de la esperanza de los habitantes de regiones. Sin competencias y recursos no tendremos mucho más que autoridades de papel. El Presidente Piñera debe dotar de contenido la promesa que hiciera el mismo día de ser electo consistente en que en este gobierno él sería el “Presidente de las Regiones”.
En segundo lugar, nuestra región debe ponerse pantalones largos para recibir en 2020 las nuevas competencias y recursos que le serán traspasados. Sabido son los problemas de escándalos y corrupción que han ocurrido en nuestros gobiernos subnacionales, por lo que el gobierno regional, las municipalidades, las universidades, los gremios, los centros de estudios y las diversas organizaciones de nuestra región deben emprender desde ya un camino de conocimiento y capacitación en la nueva regulación que permitan que la Región de Valparaíso sea un ejemplo en este proceso para que pueda con el paso de los años adquirir y ejercer de mejor manera cada vez más competencias, resolviendo más eficientemente los problemas que afectan la calidad de vida de sus habitantes.
Finalmente, no debemos ceder al espejismo consiste en creer que la creación de una nueva “Región de Aconcagua” es favorable a la descentralización y un remedio para la hegemonía que actualmente ejerce la conurbación Viña-Valparaíso en la toma de decisiones a nivel regional. El justificado reclamo de los habitantes de las provincias no costeras de la región debe ceder ante la creación de nueva e innecesaria burocracia estatal. Además, la división de las regiones es nociva para la descentralización tanto porque genera un detrimento en el poder de negociación respecto de Santiago (“divide y vencerás”), como porque frena el traspaso de competencias desde el nivel central al regional, dado que es más difícil para las regiones más pequeñas contar con el capital humano que esas competencias requieren para ser ejercidas.
Tomando estos resguardo considero que podremos construir un Chile más justo, en donde el poder está más repartido y las decisiones se tomen más cerca de los problemas, y una Región de Valparaíso más poderosa y eficiente y que, luego de la división de la región de Bío-Bío, está llamada a transformarse en el único contrapeso real de la capital.
*Publicada en edición de Junio de la revista ASIVA