Opinión
Como gestionar descentralizadamente la Convención Constitucional
Por Irina Morend Valdebenito, Geógrafa PUCV – Magíster en Desarrollo Rural UACH
A propósito de la apertura de las audiencias públicas para recoger propuestas de mecanismos de funcionamiento descentralizado de la Convención Constitucional, es interesante reflexionar al menos, como se espera el trabajo de la Convención en zonas aisladas. La intención de los convencionales es que el trabajo de la Convención sea Descentralizado y vinculado con los territorios, lo que plantea un interesante desafío cuando los recursos y los tiempos son limitados.
La propuesta de un importante número de convencionales es realizar un proceso constituyente abierto y transparente a la ciudadanía. Ello ha puesto la tensión no solo en la transmisión virtual abierta de las sesiones, sino que también, en la capacidad de acercamiento a los territorios. Las complejidades a asociadas a esta intención ponen el foco en cómo llegar físicamente a los rincones territoriales de las regiones más extremas del país y ofrecer la oportunidad de escuchar a todos los actores. Si pensamos el caso de la Región de Aysén, para organizar sesiones de la Convención en la que se espera que participen actores regionales ampliamente, la interrogante de como escoger en justicia el territorio para sesionar y garantizar amplia asistencia en el espacio de diálogo convencional presiona la logística que debe considerar las distancias, el transporte y el tiempo de traslado. Aunque la complejidad no se cierra ahí, porque el escenario más frecuente, es que la participación efectiva se logra concretar con grupos pequeños que representan solo una porción del territorio regional y no la diversidad de ése.
Entonces hay dos asuntos que atender. El primero, diseñar una logística que ofrezca sesionar descentralizadamente, es decir, fuera de Coyhaique, y a la vez, escoger un territorio no central pero accesible en costos y tiempos para las organizaciones y personas de otras territorialidades. El segundo, es incentivar el interés de participar, o al menos asistir. En este último, es relevante considerar que una parte menor de la población posee una motivación natural y asegurarán su participación, y otra, aún no ha visto la importancia de ser parte de este proceso, o más aún, desconoce su existencia. En este punto se juega el factor clave, el vínculo. ¿Qué significa el vínculo? El vínculo es la legitimación, es el punto de confianza que deposita el actor local en quien lo convoca, no necesariamente la confianza en el proceso. Y el vínculo es íntimo, no se establece con cualquiera, porque no se confía en cualquiera, especialmente en una política saturada de polarizaciones emocionales. Si se espera participación amplia, no basta con diseñar canales de participación, se requiere construir y/o recuperar confianzas, solo en ese punto, participar tomará sentido para los ciudadanos no organizados.
¿Cómo se puede construir el vínculo? En la teoría es simple. Si alguien en quien confías te invita, aceptas. Te dispones a ceder un espacio de tu vida para dialogar con otros sobre temas de disenso. En la práctica es más complejo, porque esos otros si los conoces y no tienes confianza no te atreverás a dialogar y evidenciar tus visiones por temor a la crítica, pero sino los conoces, no confías y será también difícil abrir un diálogo fluido.
En este escenario relacional, lograr desde la convención una amplia participación se requiere tejer redes de colaboración con instituciones locales, específicamente municipalidades, bibliotecas, escuelas, liceos, postas, retenes rurales y radios comunitarias, porque son quienes tienen más vínculo con los habitantes el territorio aislado. Pero para que este vínculo sea virtuoso se requiere realizar un proceso de información permanente. Así como no se puede realizar buenos ejercicios físicos sin precalentar, tampoco se puede realizar un diálogo fluido sin previamente informar. Mas aún, formar, porque en los lugares aislados y apartados de la vorágine política nacional se desconoce que estamos en proceso de cambio constitucional y se desconoce que existe una convención que se está encargando de gestionarlo.
No quiero cerrar sin dejar de señalar, que estas redes de colaboración no pueden ser solo un medio. Aquello dañaría el proceso de diálogo y vínculo. Lo recomendable es que la colaboración se construya desde el principio de reciprocidad, es decir, el colaborador es significado como un actor de opinión relevante en el propio diálogo convencional.