Boletin-news
CORONAVIRUS Y CENTRALISMO: EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO
Por Diego Portales Cifuentes. Director Ejecutivo Fundación Chile Descentralizado… Desarrollado
El año que vivimos en peligro. Recordando el título de la afamada cinta de Peter Weir sobre los trágicos sucesos de Indonesia en 1965, podemos decir que el mundo y nuestro país, en general, y los procesos de descentralización y participación social, tema focal de nuestro boletín, en particular, se encuentran “en peligro”.
Reconociendo que no somos expertos en los temas de la pandemia, ni en las complejas aguas de la toma de decisión de los especialistas en epidemiología y salud pública; algo podemos decir respecto de la experiencia del último mes; y mucho más podemos avanzar en las materias propias de la organización política del Estado chileno que permitan lograr un desarrollo social y territorial más justo.
CORONAVIRUS
A fines de marzo de 2020, la pandemia avanza en el mundo, cobra innumerables vidas y en Chile se encuentra en pleno desarrollo.
Es importante reconocer que la humanidad enfrenta un desafío inédito. Por primera vez, en el contexto de la revolución científico – técnica que vivimos, la situación se ha desbocado. Ha habido otras graves epidemias recientes, pero ellas lograron manejarse sin que se perdiera la estabilidad económica y social del planeta.
Menciono dos ejemplos. Uno de los más complejos a escala internacional ha sido la epidemia del sida; pero en ella, a diferencia del coronavirus, los factores de contagio no eran tan inmanejables y, a pesar de que los tratamientos efectivos demoraron en llegar, el daño pudo ser acotado. Otro caso relevante ha sido la epidemia del ébola, dramática en sus dimensiones humanas, pero restringida espacialmente a los países del África Occidental.
Por ello, encontrar una solución a la actual pandemia del COVID 19 está siendo una tarea gigantesca de organización a escala mundial y micro – social. Los Estados nacionales juegan un papel crucial, pero es el comportamiento de los individuos el que definirá su evolución en cada territorio.
El director general de la OMS ha reclamado la falta de diligencia del liderazgo mundial para enfrentar a tiempo el desafío que surgió en la provincia china de Hubei. En el mismo sentido, el historiador israelita Yuval Harari critica ácidamente la carencia de líderes internacionales capaces de aunar una respuesta conjunta frente a la magnitud de la crisis. Ambas opiniones dan cuenta de la importancia de un mando centralizado capaz de definir estrategias técnicamente eficaces y de coordinar recursos provenientes de todo el planeta.
Al mismo tiempo, es la actitud individual de hacerse cargo del distanciamiento social y de las prácticas higiénicas recomendadas lo que definirá la evolución de la pandemia en cada lugar. Esto es, son millones de decisiones y prácticas individuales descentralizadas las que pueden reducir en magnitud y acortar la catástrofe.
Esta combinación de centralización en ciertos aspectos y descentralización en otros es una de las cuestiones que complejizan la resolución del problema.
En Chile, hemos vivido parte de esa experiencia. Por un lado, ha sido notable la aceptación de un marco de unidad y disciplina social. Recordemos que antes del virus nuestro país vivía una profunda fractura expresada en el llamado “estallido social” con expresiones en diferentes ámbitos: desorden público, crisis social, ilegitimidad del marco constituyente. Todo ello ha quedado subordinado a la definición de una estrategia sanitaria y económica que permita sobrellevar de la manera menos costosa esta emergencia catastrófica.
Por otro, la cultura del centralismo presidencialista ha puesto en riesgo el logro de esa unidad. Pretender que toda la sabiduría puede quedar en manos de un equipo concentrado de políticos y expertos es un reduccionismo innecesario. La permanente referencia a que todo se hace “por orden del presidente de la República” y no como resultado del juicio ponderado de los científicos tiende a socavar la legitimidad de las medidas. En este sentido, el haber reducido los niveles de arrogancia de la autoridad y reconocido la importancia de una “mesa social” con expertos y sensibilidades diferentes ha sido un paso favorable para el restablecimiento de la confianza pública. Escuchar la diversidad de voces es condición necesaria para el éxito de la tarea. A partir de ello, las decisiones tomadas tendrán mayor legitimidad y, por lo tanto, podrán ser llevadas a terreno en forma más universal y con mejores estándares de cumplimiento, condición fundamental de la participación descentralizada de todos en la salida al problema.
En materia de participación descentralizada uno de los actores más destacados, desde hace algún tiempo, han sido los alcaldes. Esto ya lo reconocíamos con motivo de la consulta ciudadana del 15 de diciembre respecto de la generación de un nuevo pacto constitucional (ver Boletín de Diciembre 2019). En medio de esta crisis sanitaria, justo es señalar que la presión de los alcaldes fue muy importante en la oportuna decisión de suspensión de las actividades escolares para todos los niños de Chile. Ello es una demostración que las autoridades subnacionales tiene mucho que aportar a la construcción de políticas públicas, recogiendo las necesidades y demandas expresadas por los ciudadanos, así como las respuestas específicas que requiere un país tan diverso como el nuestro.
Sin embargo, es importante señalar que el rol de estas autoridades debe delimitarse en función de la necesaria solidaridad inter – territorial y del respeto por las competencias de cada cual. Por ejemplo, no tiene sentido que algunos alcaldes hayan decretado por cuenta propia cuarentena total en su comuna, ello cuando no tienen ni las competencias legales para hacerlo, ni el modo de hacer cumplir sus órdenes. Ese actuar solo desprestigia su legitimidad política.
La experiencia del manejo de la epidemia se convierte así en un referente válido para pensar el futuro de la organización territorial del Estado, en el marco del proceso constituyente y junto al inicio de un importante proceso de descentralización política, administrativa y fiscal; procesos ambos ya iniciados y que cumplirán etapas importantes entre 2020 y 2022.
CENTRALISMO
La crisis sanitaria ha obligado, entre otras cosas, a posponer todo el calendario de participación política y decisiones trascendentales para el futuro del país, fruto de la crisis social.
Al respecto, una decisión ejemplar ha sido el acuerdo del jueves 19 de marzo, en el cual 15 partidos políticos concordaron postergar las fechas del calendario electoral como medida que privilegia el cuidado de la salud de la población por sobre las importantes decisiones políticas pendientes. En esta oportunidad se incorporaron dos partidos que se habían restado del acuerdo del 15 de noviembre pasado, fortaleciendo así la legitimidad de los procesos políticos en marcha, me refiero al Partido Comunista y al Frente Regionalista Verde Social.
Para cumplir con el acuerdo era imprescindible la rápida aprobación de las reformas constitucionales y legales que habilitaran el nuevo calendario del proceso. Fue así como el martes 24 de noviembre el Senado y la Cámara de Diputados lograron la aprobación por mayoría abrumadora de estos cambios, dejando el plebiscito constituyente para el 25 de octubre de 2020, las primarias para alcaldes y gobernadores para noviembre de 2020, las elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales y constituyentes para el 11 de abril de 2021 y la segunda vuelta de gobernadores regionales para mayo de 2021.
Sin embargo, en este análisis de la coyuntura es muy relevante incluir una revisión detallada del proceso de toma de decisiones del martes 24 de marzo porque esto constituye un ejemplo paradigmático del comportamiento de algunos actores políticos que entrega enseñanzas para el futuro de los procesos constituyente y de descentralización del país.
A primera hora de la mañana de ese día, al ver la prensa, detectamos algo raro. El diario El Mercurio de Santiago incluía una crónica que daba cuenta que algunos no estaban alineados con el acuerdo del jueves anterior.
El titular de la nota señala “MINISTRO WARD PLANTEA QUE “HA IDO EVOLUCIONANDO” OPCIÓN DE POSTERGAR ELECCIÓN DE GOBERNADORES REGIONALES”.
En el texto se precisa “Anoche, el ministro Felipe Ward (Segpres) entró al debate afirmando que si bien el gobierno sostuvo que no había intención de postergar la elección de gobernadores -lo que era solicitado desde Chile Vamos, para reforzar las competencias de las futuras autoridades- ahora el debate ha ido evolucionando… estamos participando de un diálogo político en torno a este tema”
En el mismo momento cuando el Congreso Nacional estaba votando el nuevo calendario electoral, el ministro a cargo de las relaciones con el Parlamento cuestionaba el acuerdo de los 15 partidos y el proyecto que estaba en tabla para ese día.
A mediodía saltaron las alarmas. En la Comisión de Constitución de la Cámara, bajo confusos argumentos, los diputados Jorge Alessandri y Juan Antonio Coloma de la UDI y Luciano Cruz Coke de Evópoli cuestionaban el proyecto y se abstenían de aprobarlo. El quórum de aprobación de la postergación electoral era de 103 diputados.
Más tarde por 109 votos a favor y uno en contra el proyecto se aprobó. Según la información del diario ya citado fue necesaria la intervención de la propia Segpres y del ex – ministro Andrés Chadwick para “alinearlos”. A mi juicio, el descalabro ético de privilegiar razones y sinrazones electorales por sobre el cuidado de la salud de la población habría sido demoledor.
Pero, eso no es todo. Al día siguiente, el mismo Mercurio tituló “CONGRESO APRUEBA RECALENDARIZAR EL PLEBISCITO Y SE AGUDIZA DEBATE POR LA ELECCIÓN DE GOBERNADORES”.
En estricto rigor el Congreso Nacional no sólo aprobó el cambio de fecha del Plebiscito, también fijó para el 11 de Abril de 2021 la fecha para la elección de los gobernadores regionales.
Aquí es donde entramos al mundo de Ripley. No basta que haya un acuerdo de los partidos, que senadores de distintas bancadas presenten los proyectos de ley respectivos, que la casi unanimidad de los parlamentarios apruebe. Menos de 24 horas después todo lo zanjado sigue en cuestión. El centralismo es una enfermedad que parece no tiene cura.
En el texto, sin mencionar fecha ni lugar, se cita al Subsecretario de Desarrollo Regional como aval de que se “agudiza el debate”. Dice: “Discutir la postergación de la elección de gobernadores regionales es legítimo y responsable. En su minuto los alcaldes manifestaron opinión y también lo han hecho los CORE”. Es importante que los actores aclaren este punto: hay momentos para escuchar y momentos para decidir y la autoridad competente ya votó y aprobó.
LO QUE VIENE…
Estamos en medio de la pandemia. Tendremos que acumular paciencia, disciplina y buen humor. Agradecer al personal sanitario que cuida de nuestra sociedad y a todos los servidores públicos y personas que están contribuyendo a salir de esta crisis.
También tenemos la oportunidad de reflexionar y dialogar vía electrónica. Este boletín lo estamos produciendo mediante diálogo y coordinación con el trabajo voluntario de la Fundación Chile Descentralizado… Desarrollado.
Durante estos meses pusimos en marcha iniciativas que siguen adelante, ahora trabajando a distancia.
Se constituyó el Grupo de los 24. Convocados por Heinrich von Baer, reúne a constitucionalistas y especialistas en descentralización y participación ciudadana con el propósito de elaborar propuestas para la nueva Constitución. Partió en enero y realizó su primera reunión plenaria el 4 de Marzo, bajo el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer. Se han constituido los grupos de trabajo y comienzan a circular textos y comentarios.
Seguimos contribuyendo a la elaboración de programas de gobernadores regionales con calidad y pertinencia, tomando contacto con precandidatos, invitándolos a bajar el libro “Desarrollo Territorial Colaborativo” desde nuestra página web www.chiledescentralizado.cl y a continuar en contacto para futuros Diálogos Programáticos Regionales.
La pandemia no nos derrotará. El centralismo no ahogará el anhelo de descentralización gradual y responsable en favor de las regiones y comunas de Chile.