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Cuando Concepción desafió a Santiago; una historia de levantamientos y caudillos
Representantes de la capital del Biobío son las dos constituyentes que han liderado las propuestas regionalistas en la Convención Constituyente y que fueron aprobadas esta semana. De alguna forma, ese espíritu tiene cierto asidero histórico, pues en ocasiones como en 1812, 1829 o 1851, la ciudad se levantó contra el centralismo de la capital. Historiadores consultados por La Tercera Domingo explican por qué.
Iban a enfrentarse. Aún no estaban consolidadas las instituciones de la naciente república de Chile y los realistas todavía no habían sido derrotados, cuando a inicios de 1812 las fuerzas de Santiago y Concepción estuvieron mostrándose los dientes. Por esos días, la tensión entre las dos provincias era evidente y los cañones, fusiles, tambores y clarines parecían ser la solución para resolver las diferencias. Sin embargo, una reunión en el río Maule entre los principales líderes, José Miguel Carrera, de Santiago, y Juan Martínez de Rozas, de Concepción, logró aplacar los ánimos.
El hecho, poco conocido a nivel masivo, es uno de los capítulos en que la ciudad del Biobío de alguna forma ha liderado las voces de las provincias frente al centralismo. Por estos días, las convencionales Amaya Álvez (RD) y Tammy Pulstilnick (Independientes no neutrales) han conducido las propuestas regionalistas en la Convención Constituyente. Ambas, representan al distrito 20, el de Concepción, Talcahuano, San Pedro de la Paz, Coronel, Hualpén, Chiguayante, Tomé, Penco, Hualqui, Santa Juana y Florida. De hecho, esta semana se aprobaron algunas indicaciones que quedaban pendientes para dar forma al Estado regional en el proyecto de nueva carta magna, sobre las competencias de la región autónoma, las autoridades regionales, Estatuto regional, entre otros puntos.
Ya en 1812, la situación levantaba ciertas chispas porque a diferencia de lo que ocurrió después, las provincias tenían un mayor peso en la realidad nacional. “El modelo establecido por los españoles en América estableció el equilibrio entre ciudades, porque no existía el concepto de nación. Se fijaron equilibrios políticos y jurídicos, por eso Santiago no podía mandarse solo sin preguntarle a Concepción o a La Serena”, explica a La Tercera Domingo el historiador y académico de la facultad de Derecho de la USACH, Cristóbal García-Huidobro.
“En tiempos de la independencia, en Chile habían tres provincias bastante autónomas: Concepción, Santiago y Coquimbo -explica el doctor en Historia y profesor titular de la U. de Concepción, Armando Cartes-. Tenían poca comunicación, pocos caminos porque estaban cortados por ríos. En el caso de Concepción y Santiago, tenían intendentes, ello canalizó la identidad política y la identidad social. Entonces, eso venía desde tiempos coloniales”.
Asimismo, el hecho de que funcionaran con autonomía, hizo que surgieran discordias entre los líderes de Santiago y Concepción sobre cómo administrar el país. “Martínez de Rozas era partidario de un avance más institucional, más civilista, era partidario de una constitución, de un orden republicano, con un congreso y un ejecutivo. En cambio, Carrera, quien llegó más joven y exaltado del extranjero, tenía una lógica más caudillista, más centralista y más militarista. Por eso fue un enfrentamiento entre dos formas de concebir un país que nacía, uno más centralizado y otro más regionalizado”.
En todo esto, no hay que obviar el fuerte peso que tenía la elite penquista. “La sociedad penquista era militarizada, tenía conciencia de sí misma, vinculada directamente con Lima -explica Cartes- . Era una sociedad mestiza, con bastante riqueza, con puertos como San Vicente, comerciaba directamente hacia el extranjero”.
El historiador y académico de la USS, Gabriel Cid agrega al respecto: “En tiempos de la independencia la economía de la zona del Biobío se basaba en la exportación cerealera hacia el Perú, pero también era relevante el área vitivinícola, la ganadería, la actividad de los astilleros y el comercio fronterizo, no solo con el mundo mapuche, sino también a nivel transcordillerano hacia las pampas. Estos factores, sumada a la relevancia del factor militar constituyeron un polo económico de relevancia que dotó a la elite penquista de los medios para ser un polo de contrapeso al poder capitalino”.
De 1812 a 1833
Cid sitúa el punto en que comenzaron los roces. “Las tensiones entre Santiago y Concepción se dieron desde inicios del período independentista a propósito de la elección de diputados para el primer Congreso Nacional. Allí, Santiago decidió aumentar unilateralmente su representación para obtener el predominio en las deliberaciones, pasando de 6 a 12 diputados. Concepción poseía 3″.
Por supuesto, los penquistas no aceptaron la situación y se retiraron del Congreso. “En un escenario así ‘los pueblos’ quedarían ‘sujetos al capricho de la capital y reducidos a una inferioridad degradante’ -explica Cid-. Días después se estableció en Concepción una Junta Provincial, autónoma”. Es ahí cuando se produjo el choque, que terminó gracias a un acuerdo entre Carrera y Martínez de Rozas. Pero este último, cayó en julio de 1812, “eso terminó allanando el dominio incontrastable de Carrera en ese primer momento revolucionario”, agrega Cid.
Cartes agrega otro factor en la discordia: las diferencias entre clanes familiares de ambas ciudades. “La independencia la hicieron los grandes clanes del siglo XIX, el clan de los Urrutia, por ejemplo. José Urrutia, en Concepción, era el suegro de Martínez de Rozas. A ese clan adscribían O’Higgins y los Prieto, eran aliados de los Larraín en Santiago, que eran los que dirigieron la junta de gobierno. Ellos se enfrentaban al de los Carrera. Había una disputa de poder entre los mismos criollos que afectó mucho la independencia de Chile, porque en mi opinión, la causa del fracaso de la Patria Vieja, se explica en buena medida por las tensiones interprovinciales y tensiones familiares, más que por las circunstancias ideológicas entre patriotas y realistas”.
Pero el triunfo de Carrera no aplacó las tensiones. Una vez consolidada la independencia, fue un movimiento originado desde Concepción el que forzó la abdicación de Bernardo O’Higgins, en 1823. “Se trató de un levantamiento anti-o’higginista estimulado por el malestar ante la concentración de poder en la figura del Director Supremo estipuladas en la constitución de 1822 y su carácter centralista”, señala Gabriel Cid.
Poco tiempo después, la guerra civil de 1829 tuvo nuevamente protagonismo de Concepción, ya que fue iniciada por la Asamblea Provincial de la ciudad. “El conflicto fue detonado por motivos electorales y de interpretación constitucional, aunque había razones más de fondo -explica Cid-. Por ejemplo, el fuerte núcleo o’higginista en la zona penquista, compuesto por Joaquín Prieto, José Antonio Rodríguez Aldea y Miguel Zañartu, y que añoraba el retorno del ex-Director Supremo desde el exilio peruano, para implementar un gobierno de tipo autoritario que permitiese consolidar el orden político fue clave”.
Fue a contar del triunfo de Prieto -a decir de Cartes- es que comienza la instauración del centralismo en el país.”A partir de la Constitución del 33 se comienza a construir un país centralizado, que no existía antes de eso. Ahí se empezaron a crear la Ley de presupuestos, ley de municipalidades, intendentes designados, una burocracia nacional, se centralizó el Ejército. Eso no existía en la época de la independencia. El centralismo se construyó después de Lircay”.
Fuente: https://www.latercera.com/culto/2022/03/05/cuando-concepcion-desafio-a-santiago-una-historia-de-levantamientos-y-caudillos/