Opinión
Del dicho al hecho
En el último año, hemos sido testigos de diferentes discusiones que se han realizado en materia de descentralización con la próxima implementación de la ley de Traspasos de Competencias a los Gobiernos Regionales.
La descentralización, puede ser entendida como aquel proceso de distribución de poder, funciones, atribuciones y recursos desde el nivel central hacia los gobiernos subnacionales y municipalidades. Lo anterior, puede ser de tipo política, administrativa y fiscal. En materia política, se refiere a la elección de autoridades (lo cual se ha avanzado con la próxima elección de gobernadores regionales en el año 2020), en lo administrativo, se refiere a la autonomía de la gestión adaptada a cada región (como por ejemplo, la elaboración y aplicación de un Plan de Ordenamiento Territorial y la formulación de diversas políticas regionales, siendo establecidos por la ley de Traspasos de Competencias y ratificado mediante oficio emitido por el Presidente de la República en zonas que solicitan transferencia de atribuciones), y finalmente, en lo fiscal, se refiere a una mayor recolección de recursos y autonomía para su utilización (ya sea mediante transferencias o ingresos propios).
¿La importancia de ésta política pública? El nuevo mecanismo permite que las regiones y comunas puedan realizar su labor pública con las características de sus sectores, dejando de lado la uniformidad que establecen “desde arriba”. Inevitablemente, se admite y se legitima la diversidad que existe en los diferentes sectores geográficos del país.
Pero, ¿qué tan preparados estamos para administrar nuevos recursos?, ¿qué nos asegura que tendremos municipalidades distintas a la de Viña del Mar?. Cabe la duda si realmente están las capacidades para ello, y si no lo estamos, ¿qué estamos esperando para mejorar?.
Personalmente, creo que existen tres componentes principales que son necesarios para que la política pública no se desvirtúe en su implementación.,
Por un lado, encontramos a los agentes públicos. Sin administración pública proba, coordinada y capacitada, el mecanismo descentralizador será un sueño perdido que permitirá profundizar la crisis de legitimidad y desconfianza de la gobernabilidad actual.
Por otro lado, la transparencia resulta vital en esta gestión. Si bien el portal de Transparencia informa en gran medida lo que se realiza, esto no quiere decir que no se pueda mejorar, y se puede verificar mediante los datos de la Contraloría General de la República.
Por último, la ciudadanía juega un rol fundamental, son los qué en última instancia, legitiman y aprueban el actuar de sus instituciones y autoridades. Debemos empoderarnos, perfeccionarnos e informarnos para controlar la ejecución, tenemos el derecho y oportunidad para exigir una buena labor, no seamos agentes “de teclado”, donde el malestar queda en un comentario virtual.
No dejemos pasar la oportunidad de hacer de éste, un proceso innovador y benefactor para todas las regiones, planifiquemos las mejoras y hagámonos partícipes, porque una política pública no integral y escasamente holística, termina en el fracaso.
Jean Paul Sepúlveda-Estudiante Universitario.