Opinión
Descentralización II: La «piedra de tope»
La semana pasada señalamos que el mes de mayo es esencial para lograr lo ya aprobado por la unanimidad de los senadores y la voluntad del ejecutivo: elegir en 2017 los gobernadores regionales.
Si bien es cierto se ha avanzado en el traspaso de competencia a regiones, previa fundada petición de las respectivas regiones, el obstáculo principal es de una naturaleza más de “vuelo rasante”: si el gobernador regional será elegido por una mayoría absoluta, relativa o híbrida.
Dicho de otro modo, todos los partidos políticos y sus respectivos parlamentarios están con “calculadora en mano” dilatando el tema a costa de impedir que no se ejerza una vez más -como en los últimos 30 años- la elección de los ex Intendentes, actualmente en la ley como gobernadores regionales.
Indudablemente, detrás de ello también están las ambiciones personales de ciertos parlamentarios pues pierden poder y legitimidad frente a una nueva autoridad que pudiera ser elegida por todo el universo electoral de la región.
Una genuina desvergüenza más de nuestros ya desacreditados partidos políticos y algunos parlamentarios que, en el sondeo de opinión publica que se quiera consultar, sólo son superados en baja credibilidad por narcotraficantes, delincuentes de “cuello y corbata” y culpables de delitos de sangre.
Dura situación la nuestra.
Ello lacera mi corazón; violenta mi conciencia ciudadana; y me desconcierta como militante de un partido que ha luchado tanto por la democracia y la justicia social, y al que pertenezco inalterablemente desde los 14 años.
Es que ello supera lo tolerable. La postura de tales políticos es tan indigna como indignante. Nótese que Chile junto con El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá son los únicos países del continente en los cuales las autoridades ejecutivas regionales son designadas y no electas democráticamente.
Les falta visión de país, de república verdadera, de ciudadano justo.
¿Cómo no son capaces de concordar en un sistema electoral entre uno de simple mayoría (será electo el que gana por un voto más que su adversario más cercano) u otros de mayoría absoluta (si no supera el 50% se va a segunda vuelta entre las dos primeras mayorías)?
Cierto, se requiere a veces de éstas mayorías absolutas para programas estructurales y mejor gobernabilidad pues la legitimidad es más sólida; sin embargo, ello dificulta a partidos o movimientos pequeños, o a partidos regionalistas alcanzar el gobierno.
Entonces, ¿por qué no un sistema híbrido? Por ejemplo: Un piso entre 30 y 40% de los votos + distancia de 5 puntos con el principal competidor + piso (no distancia) en al menos la mitad más una de las comunas de la región… Y si no se lograra en conjunto esos tres requisitos, se realiza segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.
Como se aprecia, es posible llegar a acuerdos si la vocación democrática de los partidos políticos y de los parlamentarios es sincera; de lo contrario, serán sólo un mero espejismo o simples representantes de opereta.
Jorge Navarrete Bustamante
Fuente: http://www.diarioelcentro.cl/opinion/descentralizacion-ii-la-piedra-de-tope