Opinión
Día de las Regiones: entre propuesta de gobernadores y el proceso constituyente
por Egon Montecinos
En la Comisión de Expertos, no me cabe duda de que tienen la mejor disposición de escuchar las “sensibilidades regionales”, pero más allá de que quienes componen ese espacio sean o no de regiones, lo cierto y más relevante es que ninguno(a) de ellos(as) ha desarrollado investigación académica o experticia política en materias de descentralización o estudios territoriales. Esta última es una realidad innegable y objetiva, más allá de la ternura o el cariño que expresen a los temas regionales.
El 31 de marzo de 2010 se estableció el Día de las Regiones como una manera de darle visibilidad a la descentralización en el marco del centralismo crónico del país. A diferencia del año en que comenzó esta conmemoración, es posible afirmar que hemos avanzado en esta materia. Por ejemplo, hace 13 años, intendentes y consejeros regionales eran designados y no estaba en la agenda política la posibilidad de avanzar de manera sustantiva en descentralización. Hoy, con todas sus vicisitudes y limitantes, estas autoridades son electas democráticamente, lo que ha desencadenado una serie de condiciones políticas favorables para ver con optimismo el futuro del proceso en Chile.
A su vez, en la actualidad la descentralización ha tenido una alta visibilización pública por tres hechos importantes, lo que ha contribuido a su posicionamiento.
El primero es el fallido proceso constituyente que finalizó el 4 de septiembre, el cual, a pesar de la derrota del referéndum, contribuyó notablemente a visibilizar las regiones y sus problemáticas estructurales, situando a la descentralización, como un medio para avanzar en justicia y equidad territorial.
El segundo es la importancia que le continúa dando el actual proceso constituyente, a pesar del “borde” establecido para garantizar un Estado unitario descentralizado, en oposición a la idea de Estado regional, lo cual, entre otras cosas, confirma la confusión decimonónica que padece la élite política e intelectual centralista, al asociar autonomía territorial con “algo maligno” y que sucede al margen del unitarismo.
El tercero es la influencia que está teniendo la Asociación de Gobernadores Regionales de Chile (AGORECHI) en la agenda política de descentralización del Gobierno. El acuerdo y el contenido firmado el 19 de enero entre gobernadores y el Gobierno, confirma que la aparición de los gobernadores regionales ha sido el hito más relevante y positivo en esta materia, lo que no tiene precedente en la historia del país.
¿Qué nos depara el futuro inmediato en materia de descentralización? Seguro este año, así como los siguientes, será un tiempo de cambios para regiones y comunas. En este sentido, existen dos vectores que están impulsando propuestas para el país, uno es el proceso constituyente y el otro la acción de la Asociación de Gobernadores Regionales.
En lo personal, tengo mucha más esperanza en lo que pueda lograr la Asociación de Gobernadores Regionales de Chile, que lo que pueda salir del actual proceso constitucional. ¿Por qué? Por una razón pragmática, la que tiene relación con la naturaleza y origen del interlocutor con el Gobierno y con el centralismo ideológico instalado en la Comisión de Expertos.
El solo hecho de que quienes están realizando propuestas para descentralizar sean las autoridades regionales electas, que deben lidiar con el centralismo, genera mucha más esperanza que lo que hagan otros actores políticos, muchas veces vinculados con los que deben perder el poder.
Respecto al proceso constituyente, el hecho de que la élite que ha conducido el proceso confunda autonomía territorial con separatismo, reduce la esperanza descentralizadora y rebaja el debate a un nivel previo a la elección de gobernadores regionales. Por eso es que probablemente los cambios que se puedan consagrar en la Constitución en materia de descentralización del Estado queden reducidos a lo que la elite centralista decimonónica defina necesario para regiones y comunas. En la Comisión de Expertos, no me cabe duda de que tienen la mejor disposición de escuchar las “sensibilidades regionales”, pero más allá de que quienes componen ese espacio sean o no de regiones, lo cierto y más relevante es que ninguno(a) de ellos(as) ha desarrollado investigación académica o experticia política en materias de descentralización o estudios territoriales. Esta última es una realidad innegable y objetiva, más allá de la ternura o el cariño que expresen a los temas regionales.
Este 31 de marzo puedo decir, sin temor a equivocarme, que existe un contexto como nunca muy favorable a la descentralización. Pero ese futuro se juega más bien en la fuerza y presión temática que ponga la Asociación de Gobernadores Regionales de Chile, que en el propio proceso constituyente, el cual, por decisión de las fuerzas políticas, decidió que descentralizar con autonomía territorial era un peligro para las propias regiones y comunas.
Es por ello que, en particular en este Día de las Regiones, quisiera celebrar por tener gobernadores regionales electos en Chile, ya que al menos asegura que la agenda de propuestas para profundizar el proceso la hacen actores que padecen el centralismo y no quienes lo disfrutan. ¡Salud por ellas y ellos!