Opinión
El juego de una elección
Por Francesca Zaffiri, Cientista político, investigadora Fundación P!ensa
La elección de gobernadores del próximo año es un suceso inédito, que genera incertidumbre debido a lo innovador del proceso. Por lo mismo, si tuviésemos que encontrar similitudes con alguna otra competencia, podría ser la presidencial. ¿Por qué? Pues, a diferencia de otros sufragios –como las municipales- ambas elecciones eligen al jefe del poder ejecutivo y, por regla electoral, ambas tienen el mecanismo de balotaje.
Esta última semejanza es de real importancia debido a que, en caso de no haber los votos suficientes en primera vuelta, la competencia por el único puesto ejecutivo llegará a su recta final en una segunda vuelta. Aquí, los dos candidatos con las grandes mayorías lo disputarán todo para poder obtener el cargo político. En las presidenciales ha ocurrido que, con este mecanismo, para poder llegar a esta etapa final se necesita llevar a cabo una campaña electoral lo suficientemente robusta –y convincente- para atraer la adhesión de los electores y así ganar la mayoría absoluta en primera vuelta, o mayoría de votos en la votación final.
Asimismo, algunos académicos suelen asociar las elecciones presidenciales con lo que en economía política se conoce como un juego de suma cero. Aquí, solo un competidor se lleva toda la ganancia versus los otros, quienes, por el contrario, lo pierden todo. En otras palabras, quien gana el puesto presidencial obtiene toda la ganancia y sus competidores se quedan sin pan ni pedazo. Debido a la similitud electoral con la elección de los gobernadores regionales del 2020, se podría llegar a pensar que esta dinámica se puede replicar porque el ganador del proceso eleccionario se convierte en cabeza del ejecutivo regional.
No obstante, este escenario no tiene que ser necesariamente visto de esta forma. Que la elección del próximo año tenga como mecanismo un balotaje tiene implicancias positivas para los diferentes candidatos. Una de ellas es que éstos deban salir a buscar votos, lo que promueve la realización de campañas electorales cuyo objetivo sea obtener mayor adhesión ciudadana, generando más posibilidad de ganar en primera o segunda vuelta.
Así las cosas, en este juego de elecciones, ¿pueden ganar algo los candidatos perdedores? Pues bastante. Si generan una adecuada campaña electoral que los reconozca como políticos de la región, aunque pierdan las elecciones a gobernadores regionales, tienen una elección más en la que participar, las del 2021. Las elecciones parlamentarias vienen a recompensar a quienes pierdan las elecciones a gobernadores regionales, porque los candidatos ya tendrán parte del camino recorrido en caso de querer obtener un escaño del Congreso. Por lo tanto, a pesar de que solo una persona llegue a ser gobernador regional, los candidatos perdedores de todos modos obtienen una ganancia, que sería el tiempo y costo de tener que realizar una campaña desde cero en caso de poder participar de las parlamentarias. De manera similar ocurre en el caso de las elecciones municipales. Al ser el 2020 el año de los “sufragios subnacionales”, también los perdedores a la alcaldía pueden tener una oportunidad de ser legisladores en las elecciones del 2021.
Sin embargo, para que ello sea posible, los candidatos deben enfrentarse a dos desafíos. El primero es que los competidores tengan la capacidad suficiente para crear un programa de gobierno que promocionar a través de la campaña y que los identifique con claridad. Así y todo, debido a la oportunidad que representa la elección a gobernadores regionales para tener mejor chance de ganar otros sufragios, el segundo y gran desafío es lograr llegar a la papeleta electoral. Es decir, que los interesados en disputar el cargo de gobernador regional deben enfrentarse a una competencia anterior. Esto es, lograr que sus partidos políticos los nominen como candidatos.
Fuente: https://ellibero.cl/opinion/francesca-zaffiri-el-juego-de-una-eleccion/