Opinión
Reforma tributaria y rentas regionales: ¿Se puede avanzar?
En el marco del proyecto de reforma tributaria que presentará el gobierno durante la presente semana, diversas discusiones han proyectado escenarios complejos y reafirmado, al mismo tiempo, la necesidad de recaudar mayores recursos. Para esto último, se han propuesto modificaciones legales e instrumentos que permitan resguardar no sólo la inversión, sino también la equidad vertical y la equidad horizontal de la estructura tributaria.
Ahora bien, se debe recordar que, en general, en las reformas tributarias ha existido un espacio pendiente: las rentas regionales. Claro está en que los procesos de descentralización fiscal son menores o, según la metodología de estudio, inexistentes en el país. No obstante, con una autoridad política elegida democráticamente por las regiones y con una discusión abierta acerca de cómo configurar la nueva institucionalidad tributaria, conviene preguntarse: ¿cómo avanzar en la materia?
La literatura, en general, identifica cuatro tipos de impuestos: Impuesto al valor agregado (IVA), Impuesto a las ventas minoristas, Impuesto con base impositiva móvil, e Impuestos sobre factores de la propiedad. En cuanto a los impuestos al valor agregado, se señala que pueden generar una exportación de impuestos (generando la obtención de recursos en donde se produjo el bien) y son complejos de cobrar, principalmente en la zona en donde se compra un producto. Respecto a las ventas minoristas, son adecuados para recaudación local, pero si sus tasas son muy altas, estimulan el traslado de consumidores. Para el caso de los impuestos con base móvil (renta), también puede existir un estímulo al traslado, pues los territorios pueden definir tasas más beneficiosas para determinados rangos salariales.
En contraste con aquellos, los factores de la propiedad son los más recomendados para definir un tributo, debido a que, centrados en la extracción de recursos naturales y la propiedad, los propietarios no pueden trasladar estas superficies a otros sectores. Sin embargo, y antes de que determinados “expertos” (especialistas, me imagino, en el ámbito tributario) comiencen a aventurar una fractura del país, se debe señalar que estos impuestos requieren ser precisados e implementados en un porcentaje, pues su cobro es técnicamente complejo y porque pueden existir concentraciones de recursos en determinadas regiones.
Esto último, en ningún caso señala la imposibilidad de poder implementarlos, más bien, refuerza la idea de que los territorios son diversos y que los instrumentos tributarios requieren ser complementarios, asegurando la obtención de recursos que el país se ha planteado lograr. Complementariamente, de avanzar en esta línea, convendría especificar que el gobierno central no defina exenciones tributarias, debido a que pueden generar gasto tributario en las regiones y un detrimento al presupuesto regional.
Ahora bien, ¿existe el apoyo político necesario para avanzar? En el escenario ideal, claro que sí, pero frente a la cultura centralista del país, es difícil concitar un apoyo mayoritario en este ámbito, principalmente, porque el centro no quiere perder poder y porque los riesgos y miedos son mayores que los deseos de justicia territorial. Es de esperar, que si no en esta reforma, sí se pueda avanzar en rentas regionales en la próxima modificación tributaria, porque las regiones lo exigen y lo necesitan cada vez más con mayor premura.
Jean Paul Sepúlveda/ Administrador Público