Opinión
Sí al gobernador regional electo, ¡modernidad ahora!
Por Victor Barrueto y Esteban Valenzuela.
Lo único que puede dinamizar este proceso es la elección de una autoridad representativa y legitimada democráticamente vía elección popular. Siempre habrá «buenas razones» para no hacerlo de parte de quienes no creen que esto sirva, o de quienes no quieren que suceda por cálculos menores, o de quienes simplemente le temen a la democracia.
Queremos responder algunos de los cuestionamientos. Se ha dicho que este proyecto carece de estudios serios. La verdad es que no solo existió recientemente un consejo presidencial muy transversal que hizo un trabajo serio y riguroso, sino que este está presidido por más de 20 años en que se han realizado múltiples estudios en las universidades regionales del país, decenas de publicaciones extensas y acabadas, y también cientos de encuentros y diálogos regionales, entre ellos la significativa Cumbre de la Regiones el año 1998. Además, en las cuatro últimas elecciones presidenciales los candidatos se han comprometido explícita, formal y públicamente a realizar esta modificación. Llama la atención esta ignorancia, que quizás puede explicarse debido a la raigambre más santiaguina de estos críticos y que el proceso descrito se ha vivido más en las provincias y regiones de Chile.
Se ha dicho también que falta mirar experiencias internacionales. La verdad es que se han mirado todas y se ha optado por el modelo más realista para nosotros, que es el aplicado en Francia, otrora país más centralista del mundo, pero que 30 años atrás su Presidente Mitterrand fue lo suficientemente visionario como para iniciar desde el centro una reforma descentralizadora que fue vital para el país de esa época.
Algunos dicen que no tiene sentido elegir esta autoridad regional sin suficientes competencias y recursos. Llevamos casi 30 años en que efectivamente esto ha estado sucediendo sin que se traspasen más competencias y más recursos a las regiones. Tenemos la convicción de que solo la existencia de regiones empoderadas con autoridades propias que se sientan capaces e interesadas en empujar las transferencias de poder y recursos será lo único que permita que ello suceda. Nada pasará si no se da ese paso. Y por ello es valioso que el proyecto considere un proceso gradual de transferencias de competencias y recursos.
El gobernador regional tendrá no solo que defender los intereses de sus habitantes ante el nivel central como algunos lo han planteado, sino que también será quien lidere el desarrollo territorial de su región. Hay que rescatar, por ejemplo, también que el proyecto de ley hace responsable de las áreas metropolitanas a los gobernadores elegidos, evitando con eso la hiperinstitucionalización y duplicación democrática.
El gobernador elegido estará, a su vez, complementado y condicionado por el Consejo Regional como un contrapeso, y su relación con el Estado nacional estará delimitada por la ley al obligar a convenios región-Estado central, lo que garantiza el buen funcionamiento en dicha relación, aunque este sea de signo político distinto al Presidente de la República, como de hecho sucede en los sistemas de relaciones intergubernamentales comunes en la OCDE.
Víctor Barrueto
Ex presidente del PPD y ex intendente RM
Esteban Valenzuela
Ex pdte. Comisión Descentralización